Cicloturismo en Buenos Aires

Casi la mitad del país vive en AMBA y aunque las zonas verdes son un bien escaso, existen dentro de la Provincia de Buenos Aires lugares donde la naturaleza da unas pinceladas distinguidas que se vuelven un punto casi obligado para ser visitadas por los bonaerenses, y qué mejor que recorrerlas en bicicleta para ir conociendo sus pueblos. Para hacer este recorrido no es necesario ninguna preparación especial de estado físico, ni entrenamiento particular, ninguno, cero. La exigencia es baja, y hay unos pocos ascensos sin pendiente pronunciada. Los cuatro que hicimos el siguiente recorrido de 161 kilómetros en 4 días de pedaleo no hicimos ejercicio previo alguno, excepto que el “Asado y Vino” sea considerado deporte olímpico. Muy mucho importante aclarar que la ruta que acá recomendamos va prácticamente por rutas provinciales y rurales, de poco tránsito vehicular, ideal para paseo tranqui. En este caso viajamos con Valen y Eze, que son amigos y también cicloturistas.

Cuando hablamos de ir tranquilos y disfrutando el paisaje, sin duda hablamos de un momento como este.
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7 Lagos en bicicleta

Hacía tiempo que queríamos retomar el ciclocamping y lo hicimos con un camino conocido para nosotros, pero en el que elegimos puntos de paradas que no habíamos visitado, y que siempre es mejor hacerlo en bici. El recorrido que acá detallamos, realizado a fines de noviembre del 2021, es un camino extendido de los 7 Lagos, que inicia en Villa La Angostura, recorre la Ruta 40, e incluye visitar Villa Meliquina y Villa Traful con sus respectivos lagos, y volver finalmente a Bariloche. Nosotros fuimos en avión a Bariloche, con nuestras bicis desde Buenos Aires (pagando equipaje «especial», que no es tan caro, pero las bicis tuvieron algunos golpes de regalo del personal de Aerolineas), y de ahí nos tomamos una combi a La Angostura porque no nos daban los días para pedalear toda la vuelta para iniciar y finalizar en Bariloche, que también podría hacerse.

Lago Meliquina, nuestro prefe aunque no cuente como parte de 7 lagos
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Guía de Refugios de montaña de El Bolsón

Dentro de nuestro espacio dedicado a los Parques Nacionales, agregamos esta «guía» sobre los refugios de montaña de El Bolsón, que aunque no sea estrictamente un Parque, es la red de refugios de montaña más grande de Sudamérica y una forma de sumergirse en la naturaleza como sucede en un PN. Tampoco es una guía, pero quedaba bien ponerle así (?). Este escrito es del verano pandémico, enero 2021, y fue un buen destino para mantener la distancia social. Es la segunda vez que visitamos los Refugios, la primera fue en 2013 y puede leerse nuestra experiencia, complementario a esto, aquí: https://viajandodesurasur.com/2014/01/03/una-escapada-a-la-patagonia-parte-1/ (con unas fotos viejísimas en bajísima calidad jaja).

Cuando decimos que es la «red de refugios de montaña más grande de Sudamérica» nos referimos a que hay 13 refugios interconectados en el mismo sendero de montaña, por lo que un caminante puede ir de refugio en refugio me gusta la noche, me gusta el bochinche y pasar una noche/dos/tres/loquedé en uno, y luego caminar al siguiente. Así todos los días.

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Guía de Parques Nacionales: El Chaltén – P. N. Los Glaciares, parte 1

El Parque Nacional Los Glaciares es grande, posta grande, tiene dentro el mundialmente famosisisimo Glaciar Perito Moreno, pero también los Cerros Roma, Norte, Pietrobelli, el Monte Fitz Roy y muchísima naturaleza con poca intervención humana que te vuela la peluca. ¡Atentis! hay otro Parque Nacional que se llama Perito Moreno (sin el Glaciar), a no confundirse en el google maps. Una vez dejado en claro este trabalengua, prosigo con este jugoso post que se divide en dos partes: esta parte 1, en la que contaremos sobre El Chaltén y sus senderos, y la parte 2, que será un post más breve, del Glaciar tomate Perito Moreno.

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Guía de Parques Nacionales: Laguna Blanca

Este poco visitado Parque Nacional está en Neuquén, fuimos en 2018 porque, básicamente, nos quedaba cómodo en el larguísimo recorrido que hicimos en esos 28 días. Son unas 16 horas desde Buenos Aires, por lo que hicimos una parada intermedia en Sa-Sa-Sa-Santa Rosa, La Pampa, y llegamos entrada la tarde del segundo día de viaje, desde la ciudad de Neuquén, por RN 22 hasta Zapala, y RN 40 y RP 46 hasta el parque. Tranqui.

Llegada al Parque Nacional Laguna Blanca
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Senderos del Fin del Mundo – Ushuaia, Tierra del Fuego

         Land of Fire, Tierra del Fuego en inglés. Muchos europeos nos preguntaban por la provincia más austral del mundo mientras viajábamos el 2014 por el viejo continente. Probablemente sea un destino turístico que despierta más interés en viajeros extranjeros que en los nacionales. Land of Fire, Tierra del Fuego, el Fin del Mundo. Para los intrépidos europeos con ansías de ser un poco Indiana Jones y otro tanto Colón, el nombre debe sonar como una sirena cantándoles al oído. Para nosotros, que tenemos el nombre naturalizado, es la provincia del sur, donde hace mucho mucho frío y vive poca gente. Quizás, a la mayoría, les tira primero ir a conocer el interesante y distinto norte y Cuyo, o volver a Bariloche después del viaje de egresados, a disfrutarlo con ojos adultos, y de paso ir a El Bolsón y alrededores (cualquier parecido con una autobiografía es mera coincidencia (?). Teníamos que callar nuestra ignorancia que nos hacía responder “no, no conocemos Tierra del Fuego” y aprovechar los días de vacaciones que nos regala (?) la benevolente regulación laboral argentina. Así es que con ese interés latente y un ofertón de Aerolíneas fuimos a Ushuaia a desconectarnos, a hacer todos los senderos de montaña posibles y calmar la ansiedad de viajar.

La primer vista de la ciudad

La primer vista de la ciudad

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Una escapada a la Patagonia (parte 2)

Seguimos con la segunda parte de nuestras vacaciones por el Sur…
Nuestra cuarta parada fue a 40 kilómetros de San Martín de los Andes, y a sólo a 22km del Cerro Chapelco, en Villa Lago Meliquina, un lugar de ensueño (a Flor le encanta la palabra «ensueño», así que si la ven repetidamente en los posteos, ya saben quién la escribió). Un pueblo en armónico crecimiento junto a las bellezas naturales que lo rodean. Su nombre, Meliquina, del mapuche «cuatro rincones»: lago, río, montañas y la naturaleza virgen resumen el encanto del lugar.

Lago Meliquina (tirate un paisaje)

Lago Meliquina (tirate un paisaje)

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Una escapada a la Patagonia (parte 1)

     ¿Tenes ganas de hacer un viajecito a la patagonia y no sabes por donde empezar a planificar? Recorrimos en auto unos paisajes maravillosos, parques nacionales increíbles y pueblos imperdibles. Acá va una ayudita de algunos lugares que no deberías dejar de conocer.

Villa Lago Meliquina – Neuquén

Villa Lago Meliquina – Neuquén

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Mis pensamientos al aire

     Usé facebook para escribir una tanda de «textitos» que me fueron surgiendo con el tiempo. Mis planes de viajar vienen de hace mucho, mucho. Varios años, creo que 7 u 8. Pero uso el blog para traer al presente algo que escribí el año pasado. Mis «Pensamientos al aire 3», uno que me gustó y viene al caso.
         «Parado en el tren, con la cabeza inclinada, apoyada sobre la pesada puerta de metal. Viendo por la ventana como el paisaje viaja rápidamente, mientras sigo quieto. La mente se distrae de si misma por un segundo y empieza a volar. Hace mucho, muchísimo tiempo que no pasaba. Dejar la imaginación recorrer caminos inexplorados, fantaseando, cantando, delirando. Tanto había pasado desde la última vez, que me asusté. Casi había olvidado la sensación de pilotear la nave sin volante, de mirar sin ver. Pero esta mañana si, me volvió a pasar.
            Quizás fue por la rutina, esta puta rutina que me tiene cansado, y casi olvido una de las cosas mas lindas que conocí en mi vida. Pensar, para adentro, profundamente, ocultando del mundo lo que sucede en mi cabeza. El momento cumbre de descanso cerebral. Donde nacen las ideas más geniales, los sueños más significativos. Y casi me olvido de hacerlo. La sistematización, la repetización, la falta de inventiva. La facilidad de hacer siempre lo mismo, de no innovar. Acostumbrar la mente a no idear, a no elevarse.
            Volé, como los pájaros, redescubriendo las alas de mi mente. En ese vuelo me observé, todavía con la cabeza apoyada en la puerta del tren, con los ojos perdidos en la nada. Mi piel traslúcida, como un frasco con forma humana. Dentro estaba mi verdadero yo, gritando y pataleando, queriendo salir de un cuerpo entumecido por el sistema, por la rutina. Imaginé ese verdadero yo como cuando era chico. Cabezón con corte taza, la mirada brillante y la sonrisa pegada a la cara, la expresión de felicidad transmitiendo las ganas de vivir y de hacer, de crear y recrear. Ese niño estaba encerrado en un cascarón de supuestas seguridades que nos da la rutina, la vida diaria, un señor con máscara que se viste y comporta de manera adulta, para que el verdadero yo quede oculto, tapado. Intento vivir libre, desatado, pero haber descubierto que ese chico sigue ahí, fue fuerte. Me renovó de ganas, de vida. Estoy seguro que no lo logré solo, la gente que me rodea me llevó a eso, algunos desde un rincón, otros desde otro. Gracias.
            Ideé a la teoría de que mucha gente muere joven, inclusive diría, la mayoría de las personas. Mueren jóvenes, pero respiran hasta viejos donde sus cuerpos dejan de hacerlo. Algunos reviven de viejos, recreando y resucitando sueños. Otros no. ¿Qué somos en la vida, si no más que nuestras ideas y sueños por cumplir, y los cumplidos? Cuando perdemos eso, esa esperanza del algo por venir, ese fuego interno que nos hace soñar y volar, nos morimos. Cada persona es única, con deseos únicos. Cada vez que uno muere, y se vuelve un eslabón más de la máquina, muchos festejan. Inclusive imagino que cada vez que alguien, que cualquier célula soñadora se sistematiza y pierde su fuego interno, alguna importante marca consumista festeja, con globos, piñatas y guirnaldas. Un soñador menos, un ente manipulable más.
Hoy me asusté. Me encontré hecho un ente, con la cabeza apoyada en la puerta del tren, esperando que pase el tiempo para subirme al subte, entrar al trabajo, hacer lo que se me exige hasta la noche, que vuelvo a casa a descansar. Y así mañana, y pasado. Cada trescientos cincuenta días mentirme un poco con vida real, quince días en algún lugar, y volver a lo mismo.
            Cada uno tiene sus sueños, todos son válidos, todos importantes. Dudo realmente que el sueño de alguien sea ser un ente, vivir sin pensar, sin salir de la seguridad cotidiana. De ser así, que viva su vida rutinaria lo mejor posible. Pero no me encuentro feliz con esa idea, y debe haber muchos otros como yo. No me considero especial, sólo una célula más, un yuyo más en la estepa de mentes libres y voladoras. Entonces me propuse mantener vigente la imagen del yo verdadero, reavivar el fuego interno, y si puedo, ayudar a otros a que lo hagan. No se cuanto tiempo estuve muerto, quizás fueron sólo algunos días, quizás semanas, no creo que haya sido más que eso. Me apagué. Pero hoy volé, con la cabeza apoyada en la puerta del tren, mirando el mundo pasar. Usar la rutina como escalera a mis sueños, y cuando esté allá arriba, patear la escalera para siempre. Vamos a llegar.»
Pensamientos