Casi la mitad del país vive en AMBA y aunque las zonas verdes son un bien preciado, existen dentro de la Provincia de Buenos Aires lugares donde la naturaleza da unas pinceladas distinguidas que se vuelven un punto casi obligado para ser visitadas por los bonaerenses, y qué mejor que recorrerlas en bicicleta para ir conociendo sus pueblos. Para hacer este recorrido no es necesario ninguna preparación especial de estado físico, ni entrenamiento particular, ninguno, cero. La exigencia es baja, y hay unos pocos ascensos sin pendiente pronunciada. Los cuatro que hicimos el siguiente recorrido de 161 kilómetros en 4 días de pedaleo no hicimos ejercicio previo alguno, excepto que el “Asado y Vino” sea considerado deporte olímpico. Muy mucho importante aclarar que la ruta que acá recomendamos va prácticamente por rutas provinciales y rurales, de poco tránsito vehicular, ideal para paseo tranqui. En este caso viajamos con Valen y Eze, que son amigos y también cicloturistas.

Para ir con las bicis hasta esta zona, lo mejor, es ir en tren y despachar las bicis armadas para arrancar el pedaleo en cuanto se llega a la estación. El problema con el tren, es que solo te permite llevar la bicicleta armada en el furgón si vas a Bahía Blanca, y no se puede bajar en una estación intermedia que sería el ideal para el pedaleo. Así y todo, preferimos el tren y esperamos que en el corto plazo cambien esa reglamentación absurda. El recorrido a pedal lo arrancamos en Tornquist y finalizamos en Bahía Blanca, donde volveríamos con el tren. De tener más días disponibles, se podría arrancar en Bahía y hacer un circuito que finalice en la misma ciudad, e incluir algunos pueblos más de cercanías muy pintorescos. Depende de los tiempos de cada persona, la zona está llena de caminos rurales alternativos ideales para pedalear.
Una vez en Tornquist, es obligado darse una vueltita por el centro, el edificio municipal es de Francesco Salamone, un arquitecto estrambótico que va a volver a aparecer en este post, que posee obras monumentales totalmente fuera de contexto en distintos pueblos de la Provincia de Buenos Aires. Sus construcciones más llamativas son los edificios Mataderos de Coronel Pringles, Epecuén y Guamini; las municipalidades de Pringles, Laprida, Rauch y Tornquist (hay varias más, pero esas 4 son las +llamativas); y los cementerios de Azul, Laprida y Saldungaray, este último lo visitamos también. Para más detalle con fotos: Salamone por arquitectos (?) y en el querido wikipedia está el listado de TODAS las obras (muy zarpado e interesante el Fran) Salamonepedia.
Frente al palacio municipal de Tornquist hay un hermoso parque para pasar un rato, acomodar las bicis, comprar las frutas y cosas que hagan falta para arrancar, y salir a pedalear en dirección al norte para tomar la ruta provincial n°76. Nosotros salimos por la avenida Moreno, que tiene bicisenda y unas vistas lindísimas y relajantes de las sierras. Ya alcanzada la ruta, el entorno se convierte en un verde relax y el viaje toma forma.






Nos dirigimos rumbo al este con destino al Parque Provincial Ernesto Tornquist, que se encuentra a 23 kilómetros y a 258 metros de desnivel, con pendiente leve, así que hay que ir con paciencia y disfrutando del vientito en la cara, teniendo cuidado de los autos ya que es una de las zonas más transitadas del recorrido.
El Parque Provincial Ernesto Tornquist es un lugar como para ir más de una vez, con distintos senderos serranos y un sector de acampe, que cuando fuimos estaba cerrado por covid. El Parque está “partido” en dos, con la entrada Base Cerro Bahía Blanca, más cercana a Villa Ventana, y la entrada Cerro de la Ventana, más cercana a Tornquist. Desde ambos ingresos hay distintos senderos, detallados en este link: senderos en el Parque de Ernestito. Visitar este parque, preferentemente un día soleado, es muy recomendable.
Desde la entrada del Cerro Bahía Blanca, se continúa el pedaleo 5 kilómetros en bajada rumbo a Villa Ventana, donde hicimos nuestra primera parada, en el camping municipal “Comarca de la Ventana”. El pueblo es de cuento, super tranquilo y seguro, y el lugar de acampe espectacular, con bajada al arroyo Belisario y vistas a las sierras. Terminamos la tarde con mate y torta frita, lógico, y el fuego desde temprano para la cena deporte olímpico.






A la mañana siguiente, luego del desayuno, empacamos la carpa y seguimos viaje. Próximo destino: Sierra de la Ventana. Realmente cerca, poquito más de 17 kilómetros con algunas subidas y bajadas. ¿Dije que era una pedaleada de paseo o no? Obviamente no es necesario parar en Sierra por su cercanía a “Villa”, pero es un pueblo tan lindo que merece su vuelta. Tiene el centro más nutrido de la zona, con restaurantes copados, venta de quesos y salamines regionales, etc. Acampamos en el camping Lourdes, que es muy recomendable. Tiene bajada al arroyo, buenos baños, parrillas, mucho verde y buena arboleda.
Hacer un día de recorrido corto permite “hacer base” en el destino y conocer alrededores. Nosotros fuimos al Puente Blanco, al norte de Sierra, e intentamos ir a la antigua estación Peralta por el camino Cnel. Pringles. El camino es de tierra y bastante en mal estado, pero lo que nos impidió llegar fue la falta de sombra y un sol que rajaba la tierra, así que antes que insolarnos porque no teníamos ni protector ni gorros, preferimos pegar la vuelta a mitad de camino y tener cuerpo para el pedaleo de los dos días siguientes. Al menos vi un tren de cargas en el medio del campo, que cosa más imponente, de película, la pucha.






A partir de Sierra de la Ventana, hasta la llegada a Bahía Blanca, el recorrido es prácticamente fuera de tránsito automotor. Al día siguiente continuamos viaje hacia el sur, siguiendo la Ruta N°72, que a 8 kilómetros sin desnivel nos lleva a Saldungaray. A los pocos minutos de ir por la 72, hay un desvío (se ve en el mapa con el recorrido) que lleva por una calle paralela a la ruta, con poquísimo tránsito, de tierra. No suma mucho ir por ahí, pero tampoco resta, y si van en grupo de bicis está bueno para ir charlando. “Saldunga” es un pueblo bien bonaerense, con su plaza céntrica que queda desierta entre las 12 y las 16, la típica panadería por cuadra y los autos con la llave puesta en la entrada de las casas. Lo más relevante es el cementerio, con su imponente cristo, obra de Salamone. No tiene nada que ver con ese entorno, con ese pueblo, es una obra gigante fuera de presupuesto. Un imperdible de la zona.
Para llegar a Bahía en bici está bueno evitar las rutas 51 y 33, porque son de altísimo tránsito. Para los que vamos lento y con motor a sangre autopropulsado, hay varios caminos internos entre ambas rutas pavimentadas que te permiten llegar a BB. Nos recomendaron tomar “la Carrindanga” para el ingreso a Bahía, y para llegar hasta ahí, elegimos un camino rural para llegar al pueblo de Cabildo, y de ahí a la Carrindanga. Podríamos haber ido por la ruta pegado al Dique de las Piedras, pero como había mucho viento elegimos el otro. Quizás el recorrido del Dique sea mejor. Como se ve en el mapita, esta “ruta” se puede enganchar directamente desde Saldungaray, por lo que te ahorras volver a salir a la ruta pavimentada. Hasta Bahía no more traffic (?). Además, este camino pasa por la bodega Saldungaray (pasamos con la firme intención de patinarnos todo comprar vinos pero estaba cerrado), y por Campo Udi, lugar donde venden quesos regionales exquisitos.





Desde Saldungaray se pedalean casi 14 kilómetros por una ruta de tierra sueltita, medio polvo, que es un horror donde se traban las ruedas de la bici. Luego de eso, se llega a una bifurcación: para la derecha se va hacia Estancia Funke y se puede retornar a Tornquist; para la izquierda, se alcanza Estomba, y luego, Cabildo. De tener más días, es una buena opción ir a Estancia Funke, dormir ahí y dejar las bicis a cuidado, y realizar el ascenso al Cerro Tres Picos (9 o 10 horas entre ida y vuelta, o subir, acampar libre en las cuevas, y bajar al día siguiente). En nuestro caso, fuimos a la izquierda unos 8,5 km. para llegar a Estomba y parar a almorzar. En esta ex estación de tren, ahora ocupada por un señor con perros, no hay nada. El pueblito que fue, son un par de casas abandonadas, y una pequeña industria venida a hogar donde sí había gente, que amablemente nos dio agua.
A partir de Estomba el camino mejora un poco, más tierra firme y menos polvo, y va paralelo a las vías del tren. A unos 16 km. se llega a Macondo Cabildo, un pueblo de unos 2000 habitantes, donde nos recibió un contacto de un contacto de un conocido de otro conocido, etc, que fue bombero y nos ofreció dormir en el cuartel de bomberos. Uno de los momentos top del viaje, sin duda. Una mujer bombera nos ofreció su casa para que nos ducharamos y pudiéramos sacar el polvo de la mañana, de la primera parte del recorrido. Luego, en el cuartel, tuvimos una charla larga con los bomberos/as, nos contaron que el pueblo tuvo una muy buena época económica agropecuaria, pero que los últimos años se vino abajo porque todos los pequeños campos los fueron vendiendo a grandes productores, y a la larga, perjudicó a las familias. Los jóvenes se van a Ciudad de Buenos Aires o Bahía Blanca, y muy pocos se quedan en Cabildo. Más tarde quedamos solos, nos cocinamos una rica cena y pudimos dormir junto a los coches bomba mientras afuera había una tormenta de la gran flauta. Nos salió redonda, porque en carpa hubiera sido complicado.
Por la mañana, luego de desayunar con nuestros amigos bomberos, seguimos pedaleando rumbo a Bahía, ahora sí tomando la famosa Carrindanga, luego de 8 kilómetros de recorrido por el “acceso a Cabildo”. La ruta es una antigua ruta asfaltada, con muchos baches, de muy lento tránsito para vehículos con motor pero ideal para bicicleta. Se circula por una zona de campos, con algunos desniveles pronunciados a la mitad de sus 24 km., que nosotros finalizamos en el Puente Canessa para hacer un acampe libre. No se cruzan poblaciones en todo el recorrido por lo que hay que contemplar el tema alimenticio. Desde Cabildo, en realidad, es totalmente posible llegar a Bahía en el día, porque son poco más de 50 kilómetros. Pero en el modo paseo que estábamos, y con el viento constante durante toda la jornada, haber hecho los 34 km hasta el Canessa estuvo más que bien. El acampe junto al río Napostá Grande, cerca del Canessa, fue una hermosa experiencia, en que amanecimos con las bicis y alforjas congeladas.





El último tramo fue de Canessa a Bahía, que hasta el centro centro son unos 25 km. El asfalto en este tramo es muy bueno, y hay poco tránsito vehicular. Ir a pescar al Napostá, o solamente de paseo, es común en el vecino bahiense. También mucha gente utiliza esta ruta para hacer ejercicio, por lo que la cercanía a la ciudad se empieza a sentir unos kilómetros antes.
Este recorrido que hicimos no sabemos si es el peor o mejor posible, al punto de que antes de partir, queríamos hacer otro tipo de vuelta, volviendo desde Tornquist, pero como en el tren no se podían subir las bicis si no era en Bahía, tuvimos que cambiar todo de apuro. Lo que quiero decir, es que las sugerencias que hacemos no son el plan perfecto sino una alternativa, y ojalá, un disparador de idea de viaje en bicicleta por Buenos Aires, que a veces suele parecer tan difícil, tanto por las rutas atestadas de camiones como por las dificultades de acceso. Viajen en bici que es hermoso, y ojalá que el tren se adecue a poder transportar nuestras bicis por todo el país, para lograr el método de viaje más sustentable de la actualidad: tren + bici.
Este mapa tiene marcados todos los puntos que habíamos visto mientras planeábamos el viaje (cuando creíamos que se podía subir y bajar las bicis en cualquier estación) y también tiene en celeste el recorrido que finalmente hicimos.