Como ya contamos un poco anteriormente, vinimos a Dinamarca por varias razones y una de ellas, probablemente la más importante, es porque estamos realizando un trabajo de investigación social sobre Christiania.

Lejos de  ser un lugar religioso como muchos podrían pensar al leer su nombre, Christiania es un ex barrio hippie y libre autogobernado por sus casi mil habitantes donde los murales con grafitis son el ambiente y las casitas del estilo Hobbit se entrelazan con la naturaleza en el corazón de la capital danesa formando una burbuja de tranquilidad. Pensamos que este lugar particular, y algunos similares que encontramos en Copenhague, se merecen un post aparte. Así que acá vamos…

Christiania es un pulmon verde en el medio de la ciudad

                Christiania se fundó en 1971, cuando okupas de distintos movimientos, tanto anarquistas como hippies, tomaron cuarteles que paulatinamente iban desalojando desde 1967 las fuerzas militares danesas. Así fue como estos grupos de gente convirtieron los ex barracones en el espacio físico para desarrollar el modo de vida a lo que añoraban: independencia del sistema global y crear sus propias leyes. La entrada al particular distrito posee un cartel de madera tallado que reza “Christiania” para quienes ingresan, y en su reverso, “you are now entering in the U.E.” (usted está ingresando ahora en la Unión Europea) en alusión a aquellos que están abandonando la zona christianita.

El cartel de un lado y del otro

             Para concretar su independencia formal los habitantes de este barrio crearon nueve leyes  inamovibles, algo así como la constitución pero más simple:

• No armas
• No drogas duras
• No violencia
• No automóviles (solo bicicletas)
• No insignias de motociclistas
• No chalecos anti-balas
• No venta de fuegos artificiales
• No uso de pólvora
• No bienes robados.

Debes haber leído y releído dos o tres veces lo de las insignias de motociclistas, y no me equivoqué, es así…  En un principio tuvieron muchos problemas por las distintas bandas de motoqueros que iban a Christiania y se peleaban dentro, así que cortaron por lo sano, prohibiendo que estos muchachos y muchachas se distingan unos de otros. La prohibición de fuegos artificiales se debe a que el entorno natural y la armonía del lugar son prioridad y deben mantenerse así (la cantidad de pájaros, patos, gatos y perros dando vueltas es lo más). La idea es que si alguien, cualquiera, rompe alguna de estas reglas es expulsado del barrio para siempre. Por último, el dato más relevante del barrio libre es la ausencia de propiedad privada en las viviendas. Nadie es dueño de una casa sino que cuando alguien quiere y quería mudarse dentro presenta un petitorio que es analizado en las asambleas. Antes del 2004 lo que sucedía era que si la persona era aceptada, entre todos construían la casa del nuevo y solo dejaba de ser de él o ella si pasaba 3 meses inhabitada (y la ocupaba otro de la lista de petitorios). Después de ese año en que el gobierno se puso más “estricto” (en 2001 ganó el poder un partido político amante del «orden») no pueden construirse nuevas viviendas, por lo que una persona puede ingresar a vivir sólo si alguien abandona el lugar.

En el pequeño museo que hay dentro de Christiania se pueden ver las primeras leyes

La ciudad libre esta llena de antiguos graffitis que señalan los ideales y posturas

            Deben imaginarse que una idea y propuesta así tiene una historia muy larga, pero vamos a intentar resumirla. Luego de que tomaron este predio de 34 hectáreas donde las Fuerzas Armadas entrenaban, durante un tiempo, el Estado fue indiferente y los dejó al libre albedrío. Al tiempo, entrados los 80´s, un gobierno poco amigo de los movimientos libres intentó erradicar el barrio, lo que provocó múltiples marchas pacifistas en Dinamarca, Suecia y Noruega. Al no poder sacarlos por la fuerza, considerando la imagen positiva de este pueblo y reconocida a nivel internacional, comenzaron un plan a largo plazo, que podríamos decir, surtió efecto recién los últimos 10 años. La “legalidad” para el consumo de marihuana con que cuenta Christiania fue el arma de doble filo que los gobernantes utilizaron, permitiéndoles el consumo (estrictamente dentro del perímetro) a locales y turistas, otorgando de este modo un anticipable crecimiento de “mafias” internas por el manejo del dinero que entra y sale, pero sobre todo entra, en el “Barrio Libre”. El último año recaudaron 150 millones de Euros (!) sólo en venta de la plantita verde. Imaginen que un negocio así está manejado por gente muy turbia a pesar de estar en Dinamarca y el País de las Maravillas. Entonces, dejando crecer este negocio, es como hoy en día los daneses ya no bancan incondicionalmente a Christiania como años atrás (prácticamente con todos los daneses que hablamos coinciden en esto y fueron varios) y se convirtió en lo que es hoy, uno de los principales atractivos turísticos de Copenhague habiendo recibido un millón de visitantes el año pasado.

La codiciada plantita verde crece libre y no se comercializa en las casas de los antiguos fundadores.

                Esta realidad dista mucho de lo que imaginaron sus fundadores: un espacio alternativo de vida diaria donde reine la tranquilidad, educación y sobre todo, la libertad. Valores como la armonía con el medio ambiente, la autosustentabilidad económica y alimenticia, y el desarrollo mental hoy chocan con jóvenes daneses y de distintas regiones del mundo que se acercan a “fumarse un porro” y tomarse una Coca-Cola, con muchísima liviandad. Entendiendo que Christiania fue creada por personas anti-capitalistas, donde consumir marihuana es una expresión de libertad, la combinación con la Coca-Cola, una de las mayores insignias del sistema, es una contradicción en si misma. Los fundadores que murieron se deben revolcar en sus tumbas (?) y los que aún viven, se fueron a los «barrios nuevos» como contamos al final de este texto jaja Si bien todavía resisten algunos “hippies viejos”, no son el escenario predominante en Christiania. ESCENARIO PREDOMINANTE TIRÉ jajaja sigamos con nuestra opinión…

La arquitectura del otro lado del puente

Murales

Nuestra mirada sobre Christiania (resumida y sin vocabulario académico ni nada de eso :P)

                Como si fuese una fábrica abandonada, caminar por Christiania te permite percibir la intención de sus fundadores a pesar del contraste que refleja la realidad. Los edificios tomados permanecen en pie aunque muchos están graffiteados. Para nosotros fue muy evidente en cuanto la empezamos a recorrer: existen dos Christianias, la turística y la que resiste, manteniendo la idea original. Paradójicamente se encuentran divididas por un canal y se unen por un puente. Si usted, estimadísimo lector, tiene la oportunidad de visitar este particular lugar crucé el agua, sin dudas, que es lo más interesante de todo esto.

                Sin parcelas ni formas se pueden encontrar casas “caseras” a unos 20 metros de distancia una de las otras. Y digo casas caseras porque son llamativamente particulares habiendo sido construidas por sus propios dueños. Como contamos anteriormente una de las costumbres de los viejos christianitas era que, cuando se admitía a alguien en el barrio entre todos los vecinos le construían la casa al nuevo, como éste prefiriese. Imaginemos que para ser personas que no se dedicaban a la construcción les debe haber resultado bastante difícil. Así es que se pueden encontrar casas construidas únicamente con ventanas, otras con árboles adentro del living saliendo por el techo y otras con tallados de madera en su exterior, lo que convierte a las construcciones en verdaderas obras de arte.

Vista de las primeras casitas del barrio libre

                Desde nuestro punto de vista, la actual situación de Christiania es difícil de mantener en el tiempo. Lo que comenzó siendo un “si querés fumar marihuana, fumá” se convirtió en un negocio fatal que priva a todos, visitantes y locales, de poder experimentar la verdadera razón de ser de este barrio. Quizás debieron haber establecido en sus reglas que la plantita tampoco estaba permitida consumir, o que cualquiera tiene la libertad de tomar algo que otorga la tierra pero que está prohibido comercializarlo… no lo sabemos. La realidad es que al Estado le viene bárbaro: no tiene drogas en las calles porque las tiene contenidas en un solo barrio, pero al mismo tiempo que los gobernantes se proclaman en contra de ésta práctica, dicen no poder sacarlos porque respetan sus viviendas. Son unos genios. O unos cínicos. Depende la lupa con que se los lea.

La parte turística de Christiania, donde se vende marihuana, allí no se puede sacar fotos.

Neo-Christiania o los barrios del futuro

                Leyendo, charlando y por casualidad, encontramos que en las afueras del microcentro existen muchos barrios que comparten varios puntos en común con Christiania pero que son distintos. Resulta que muchos hippies que vivieron en el barrio libre se tomaron el palo cuando todo se empezó a privatizar y convertir en negocio, así que se movieron a estos “otros barrios”, pero sin cometer algunos errores. Si bien Christiania y estos vecindarios son de la misma época (o inclusive algunos son más antiguos), se masificaron en los 80. Veamos… están construidos sobre terrenos “tomados” pero hicieron toda la movida necesaria para que ellos puedan pagar sus impuestos y estar dentro del Estado (a diferencia de Christiania). Me imagino que leer que en Dinamarca mucha gente vive en tierras tomadas puede sonar raro, pero es la verdad, y lo mejor de todo es que el resto de la población no se queja sino que todo lo contrario: apoyan que se tomen terrenos vacíos para que los “sin techo” tengan donde vivir. Esto me recuerda que en Argentina cada vez que se tomaba un terreno o se generaba un conflicto por un desalojo (como el famoso caso del Indoamericano o el desalojo de la Villa Rodrigo Bueno, entre otros) me decían que cosas así no pasaban en el «primer mundo», que todo estaba reglamentado.

Así son los barrios construidos en tierras tomadas

                Estos nuevos barrios hicieron y siguen haciendo todo lo posible para pertenecer al Estado, tienen electricidad, agua potable e inclusive internet y cable. Sus habitantes son una mezcla de los hippies ex Christiania, refugiados de la Alemania Nazi (Dinamarca fue uno de los principales países donde la gente con tendencias de izquierda de todo Europa iba a refugiarse) e inmigrantes sin intenciones de ser millonarios. Éstos se juntan todos los domingos, o una vez cada quince días, dependiendo del barrio, para discutir y organizar la agenda del vecindario. Así sea organizar festivales, presentar una carta de queja a la municipalidad para que arreglen una calle o para posicionarse a favor o en contra de alguna noticia de relevancia en la ciudad o el país. Todo se decide por asamblea, igual que en Christiania.

El lugar donde se reúnen los vecinos en asamblea

                Está prohibido circular con automóviles por lo que cada barrio tiene un estacionamiento “comunal” para todos, como si fuese el parking de un edificio pero lleno de árboles. Tienen plazas para los más chiquitos con juegos ingeniosos y sobre todo, paz. Caminar por esos pasillos e ir viendo las casitas que en general son de madera es una experiencia que no tuvimos en ninguno de los otros países europeos, quizás porque no lo supimos ver o por alguna otra razón, pero éstos fueron lo que más nos gustaron de Copenhague. Pasear por estos barrios es imposible que no te dispare distintos pensamientos e inicie conversaciones sobre lo genial que debe ser salir del trabajo y llegar a esa tranquilidad, a solo 20 o 25 minutos del centro. Que tomar mate en la plaza comunal, que leer un libro a la sombra de un árbol, que tener un perro que pueda correr libre, que tener una vida menos estresante… O como nos pasó a nosotros, de terminar hablando de que así deberían ser todos los vecindarios del futuro.

        Si te quedaste con ganas de ver más fotos (¡hay como 45!) podes verlas en en este link de facebook

Nosotros disfrutando del espacio para los niños… esto de investigar es un trabajo muy arduo 😛

Gracias por leernos 🙂 Salutes