“Nos dieron unas cuantas patadas en el culo y nos mandaron de vuelta a 1789…¿Qué exigimos? Pedimos, peor, ni siquiera exigimos, esperamos que el mundo se organice con sentido común. Que la gente sepa que viven en una comunidad, que se organicen, que haya justicia, que trabajen por el bien común…¿Sabes que es eso? Libertad, Igualdad y Fraternidad” decía Federico Luppi en la película “Lugares comunes”. Historia inspiradora si las hay.
Francia aparece en nuestra ruta con un tiempo especial, es el país al que más días le vamos a dedicar, sin contar Dinamarca, claro. Nos llama, casi con señales de humo desesperadas, desde su atrapante historia, su famosa cocina, la naturaleza…básicamente todos los elementos que constituyen el significado de cultura. Quitamos del itinerario nuestro paso por Holanda y Bélgica. Debes estar pensado “estos boludos se están perdiendo de dos países sumamente interesantes”, y sí, lo sabemos. Es que si miramos en el mapa, todo nos seduce, pero nos fuimos de Suiza con aguanieve y cinco grados bajo cero. La nueva patria de Máxima y su vecino no parecen más cálidos considerando su cercanía con el polo norte. Sin embargo, Francia aparece en nuestro ideario como una meca de sol, playas, ríos y un idioma que enamora. Además, dos semanas menos en los otros significan un mes y medio, en total, en las tierras de “Liberté, Igualité y Fraternité”. Tomamos la decisión entonces, seguros, de que ese cambio podía ser un eje en el viaje y nada mejor que empezar por la famosa París, claro, y dejar los pueblos para el deleite posterior.
Tomamos un tren desde Pontarlier a París para pasar mi cumpleaños cerca de la Torre Eiffel. Pontarlier es una ciudad de tamaño medio en el borde con Suiza, resulta que tomar el tren dentro de los límites cuesta MUCHO más barato, así sea que la distancia dentro del borde sean solo 15 kilómetros. Finalmente nos ahorramos cerca de 90 (¡noventa!) euros, la mitad del boleto, porque además de haber sido un recorrido nacional, utilizamos servicios regionales haciendo combinaciones. Ganga.
Este post va a contar con la presencia estelar de un amigo que fue a disfrutar la semana parisina con nosotros, a festejar mi cumpleaños, el cordobés Axel que conocimos en Copenhague. Para hacer un breve resumen de nuestro amigo barbudo de tonada cuartetera, alcanza con decir que se fue a hacer la Visa Working Holiday a Dinamarca solo ¿Saben los huevos que hacen falta para tomarse un avión e irse al techo del mundo para trabajar unos meses lavando platos con el fin de ahorrar para poder viajar? Todo eso solo, lo que le vale el apodo de “llanero solitario” para nosotros. En fin, le damos la bienvenida al escenario a Axel, que nos acompañará todo este post como artista (?) invitado.
Cómo empezar a explicar lo que fue París. No nos alcanzó el tiempo para visitar todo. Entró en nuestro Top 3 de capitales europeas junto con Roma y Estambúl, desplazando a varias. Pero usted deberá pensar “claro, si es París, es obvio”. Y no, no es obvio. Cuando un lugar tiene tanta fama, la expectativa siempre está por encima de las nubes. Es como ir a ver Titanic y que te sorprenda el final. Eso logró París. Que hayamos ido los 3 con un nivel de expectativa desbordante y la muy prolija señorita francesa, sin sacarse los guantes y mirándonos de reojo, nos haya colmado de bohemia, historia, comida, música y simplemente belleza, es admirable. Al punto de que escribiendo esto, lo recuerdo y sonrío como un nabo. Existe un “Síndrome de París” entre los viajeros, alguna vez leí sobre eso. Sucede porque muchos llegan con la expectativa tan pero tan alta que la ciudad no logra colmarlas. No sé cómo sucede algo así, no saben lo lindo que es París.
Para que se ubiquen mentalmente nuestros días fueron así: el primero paseamos con las bicis con Flor por Nortredame, bordeamos el río Sena y nos perdimos por algunas callejuelas (?), y para el final del día fuimos a la torre Eiffel (EXACTAMENTE abajo) a encontrarnos con Axel después de algunos meses, por lo que las charlas se comieron el resto del día. Al siguiente la paseamos, esta vez a pie y los 3, caminamos unas 8 horas: la iglesia de nuevo, el Jardín Luxemburgo, el Sena, el Louvre (de afuera), el Arco del Triunfo… y en todos lados, mis dos acompañantes fotógrafos se tomaban el tiempo de captar cada imagen que les pareciera significativa, discutían algo sobre la luz y el enfoque, volvían a sacar más fotos y mientras yo boludeaba. Ya viajar con una loca de la fotografía era un tema, ahora tenía dos que encima se potenciaban entre sí. Ojo, me gustan ese hobby, pero EL TIEMPO que se tomaban me hacía caminar por las paredes de la ansiedad de seguir recorriendo semejante ciudad. No sé si les dije, pero no saben lo lindo que es París.
El tercer día completo hicimos Louvre, mierda que es grande ese museo. Los franceses dicen que se necesita una semana pare recorrerlo todo y probablemente sea verdad. Nosotros le metimos pata, pasamos algunas cosas por arriba y nos faltó el tercer piso, y estuvimos TODO EL DÍA caminando. Es un poco chocante ver colecciones enteras, pedazos de historia de otras civilizaciones metidos en el corazón de Francia. La cantidad de tumbas, momias y artesanías egipcias, restos de la antigua Grecia y Roma, la Venus de Milo, salones enteros de piezas de los grandes reyes, duques y la sarasa de todo Europa, la victoria de Samotracia y cuadros… no solo la Mona Lisa y La Libertad guiando al pueblo, obras de todos los pintores de distintos países. Una locura. Pero impactante. Estoy seguro que tanto a los egipcios como a los griegos, etc les gustaría tener en sus propios museos esas porciones de historia tangibles. Pero en fin, están ahí. Listas para que las hordas de asiáticos (mayormente chinos, como en todas las capitales) las fotografíen sin detenerse un segundo a contemplarlas. Personalmente me encantó el Louvre, es fascinante, es como viajar en el tiempo y por todo el mundo estando dentro del mismo edificio. Pasa que bueno, cada tanto me hacía ruidito en la cabeza el pensamiento anterior, el chocante. Cuando salimos, ya medio de noche, paseamos un poquito más. No saben lo lindo que es París.
El cuarto y último día fuimos a Versalles. Ahí sí, los chicos se hicieron un pic nic conmigo, sacaron fotos para el “Campeonato de Memorias de Cámara Digital” que se celebra en Corea todos los años (?) Esta ciudad es una hermana menor de la capital francesa donde antiguamente vivían los reyes, nobles y duques, el lugar es famoso por sus jardines y la pomposidad en todos los rincones del palacio, el lujo, la exuberancia. Mientras lo visitábamos pensábamos “Claro, como no se iban a calentar los franceses e hicieron la revolución, si todos los popes vivían como reyes, literalmente, y el pueblo se cagaba de hambre llegando al 1800”. Es hermoso el palacio, definitivamente, aunque como el día estaba muy feo (y frío) no pudimos visitar “bien” los jardines.
Un pequeño tip para los que están haciendo la Visa Working Holiday o tienen pasaporte europeo, los menores de 25 años entran gratis al Louvre, al Arco del Triunfo y a Versalles. Y en mi caso, con mis 28 recién cumplidos, los estrené poniendo cara de nene y zafé de pagar los 15 euros de entrada a Versalles jaja con mi carnet de ciudadano danés y ni miraron mi fecha de nacimiento. Dato para tener en cuenta.
Antes de llegar a París mi vieja me dijo “cuando vayas a Montmartre sacale una foto al violinista de la escalera y mandamela”. No saben lo feo que fue tener que decirle que no nos dio el tiempo, que no llegamos a pasear por Montmartre. Limamos las suelas durante 4 días en París (no saben lo linda que es) y no nos alcanzó. Es más, escribiéndolo me siento culpable. No fui a Montmartre. Péguenme. Bueno bueno, tampoco tan fuerte. Cuento la anécdota para que imaginen que con 4 días completos (y digamos que nosotros a esta altura tenemos cierto ritmo para poder recorrer bien las ciudades grandes) no fue suficiente.
Habíamos alquilado una habitación barata, a unos 15 minutos del centro en tren, por medio de internet. La casa era de dos franceses, bien distintos uno del otro. Ella (no recuerdo su nombre) súper servicial y atenta. Claramente es la que lleva el “negocio” de alquilar esas partes de la casa que no utilizan. Él se llama José, hijo de padres españoles que se escaparon de la dictadura de Franco. A él no le interesaba si le pagábamos en euros o por medio de itnernet, él quería compartir unas “tapas” españolas con nosotros, tomar una copa de vino y charlar de nuestro viaje, de nuestras tierras. La casa estaba adornada con distintos cuadros, no más de 8, donde cuatro eran del Che. Instrumentos musicales de Centroamérica, donde vivió 3 meses ayudando a construir una escuela con el ejército sandinista, también hacían las veces de decoración mientras que la habitación donde dormíamos tenía una estantería repleta de libros de historia y política sobre la resistencia cubana, la guerra civil española, las revoluciones centroamericanas… Agua y aceite esa pareja. Que buenas charlas tuvimos.
El día que íbamos al Louvre teníamos la intención con Flor de comprar yerba para el mate, porque se nos esta acabando. Axel, con la mejor intención, fue al living a preguntarle a José donde podíamos conseguir: “¡¡José!! ¡¿Dónde conseguimos yerba?!” jajaja nosotros de fondo gritando “¡mate! ¡yerba mate!”. Claro, en España y en Europa en general no se toma mate y la palabra yerba tiene una relación directa y sin escalas con la marihuana jajaja. Como nos reímos. Increíble. Axel contó que la cara de José fue de un asombro tal que se quedó mudo. El pibe al que le alquila la habitación, lo más pancho, le cae al living preguntándole ¡donde conseguir “yerba”!
Primer cumpleaños lejos de mi familia, pero impagable en bueno, en espectacular. En la película “Medianoche en París” uno puede sentir que exageran hablando de lo bella que es la ciudad, pero querido lector, creo que inclusive se quedan cortos. Tuvieron la oportunidad de representar con imágenes lo que a mí me toca relatar de manera amateur. La dosis de historia y preciosidad fue impagable. Una frutilla más a este postre, a este viaje que cada vez nos gusta más. El próximo destino es el pedaleo en los valles del Loira, repleto de castillos renacentistas y con el encanto de tener el único río salvaje de Europa.
No saben lo lindo que es París, o quizás sí, y estés entendiendo lo que sentimos, o quizás con este post te dan ganas de ir. Quién sabe.
Gracias infinitas por haber leído este post, y gracias también a Axel por gastarse todos sus ahorros para pasar con nosotros uno de mis cumpleaños más locos y geniales.
Me encanto el post !!!! un amigo del barbudo q lo veo disfrutar y me lleno de felicidad =)
París París! Algún día iremos, más todavía después de leerlos y de ver las fotos! Me alegro de que lo hayan pasado hermoso y de que París haya sido la puerta a un clima menos gélido 🙂 Les deseo lo mejor. Besote!
La yerba se consigue en el bar «El Sur», sobre el blvd Saint Germain. En 2012 compre un kilo a 3 euros. Amanda. El post, un poema. Abrazo!
Con este post me dan mas que ganas de ir, para recorrerlo y pensar.. «que lindo que es París». Cada vez transmiten mejor los viajes, es genial leerlos. Besotesss!!!