La Transilvania que se esconde detrás de Dracula – Bucarest y Transilvania, Rumanía

           En este poco tiempo de viaje (o mucho, según los ojos de quien lo vea) hemos visitado desde pequeños pueblos a grandes ciudades capitales, pasando también por las que se encuentran en el medio de esa escala tan subjetiva pero real. Charly García hizo una canción (ma´que canción TEMAZO) que habla de la “grasa de las capitales”, de ese humo contaminante que sobrevuela las grandes metrópolis que además de infectarte los pulmones te machaca el cerebro, alienándote y convirtiéndote en “uno más”, en alguien impersonal que se parece a todos menos a vos mismo. Y es que en este tramo de viaje hemos aprendido que en las grandes ciudades la gente se comporta más o menos parecida en todos lados, sea Roma, Tirana o Sofía, todos comparten mismos “patrones” que no hace falta hacer referencia, porque usted lector, seguramente sabe de lo que hablo. Sin embargo nos hemos topado con muy buena gente en estas capitales, con bichos raros que están abiertos a pensar distinto que la última moda. Es cierto que nos sentimos más cómodos en los pueblos chicos, donde las costumbres del lugar las aprendemos mirando a la gente en la calle o conversando con locales, en lugar de tener que estar espiando por la rendija que te dejan entrever los negocios de Vodafone y Mc Donalds para descubrir cuál es la comida típica de un lugar. Sea como sea, en este viaje de mochila con fecha de vencimiento (ya se que faltan muchos meses más, pero esto se pasa volando), las capitales son importantes porque mucha gente va y viene de ellas, lo que nos proporciona un primer paso en cada país como para después apuntar hacía el punto que más nos entusiasme del mapa.
En las plazas/parques de Bucarest – El banco atestigua nuestra ubicación

En las plazas/parques de Bucarest – El banco atestigua nuestra ubicación

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Este o Este

     Como si hubiésemos cambiado de una gran ciudad capital a un pueblo campesino pasamos de Estambul a Sofía, que es nada más ni nada menos que la capital de Bulgaria. Si bien no somos amantes de las ciudades capitales, en este caso unimos dos porque era más fácil llegar, y por supuesto que ésta última tenía un gran atractivo para nosotros desde lo cultural y por lo ignoto que resulta Bulgaria para los argentinos. La corta e inexperta experiencia que tenemos nos indica que los destinos poco turísticos tienen grandes sorpresas.
     Bulgaria es un país de poco más de siete millones de habitantes con una historia medieval muy rica que se mantiene viva hoy en día con sus ruinas bien conservadas. Como dato de color, las ciudades preservan como representativos los escudos medievales en sus banderas.
   En Sofía nos encontramos con una ciudad muy bonita, muy ordenada y limpia. Sin grandes edificios pero con hermosas y extensas plazas que sirven de paseo diario para cientos de ciudadanos. Todas las plazas en esta capital estaban llenas de gente en cualquier horario, desde grupos de adolescentes escuchando música hasta ancianos y ancianas jugando al ajedrez, todos en las plazas, con el cantar de los pájaros y la compañía de las fuentes decorosas.
Catedral Sveta – Nedelya – En 1925 fue destruida por un ataque bomba donde se intentó asesinar al popular Rey Boris III, que se salvó por llegar tarde a la ceremonia donde fallecieron 128 personas.

Catedral Sveta – Nedelya – En 1925 fue destruida por un ataque bomba donde se intentó asesinar al popular Rey Boris III, que se salvó por llegar tarde a la ceremonia donde fallecieron 128 personas.

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Más perdido que turco en la neblina

     Nuestro itinerario cambió varias veces, tiene más mutaciones que Michael Jackson, estuvimos en ciudades que antes del viaje ni sabíamos que existían y dejamos sin ver siquiera de lejos otros lugares que nos parecían paradas obligadas. Y nos sentimos cómodos y contentos haciéndolo de esta forma, cuando parece que la ruta es tan obvia como un vidente leyendo el destino aparece una voz en alguna de nuestras cabecitas que dice “¿y si en vez de ir por acá van por allá?”. Y todo se renueva, trasforma y abre nuevas posibilidades.
     Sinceramente Estambul no estaba en los planes de ninguno de los dos. La cantidad de kilómetros “de más” y nuestra ignorancia sobre Turquía nos hacían no prestarle atención a la metrópoli de dieciséis millones de habitantes. Las recomendaciones de algunos conocidos hicieron que lo repensáramos y finalmente la insistencia de otros viajeros a lo largo de nuestros días en Europa nos hicieron poner a Estambul como un destino indiscutible en nuestro 2014.
La torre Galata (1348)  fue construida por los genoveses y en el Imperio Otomano la usaban como torre de vigilancia

La torre Galata (1348) fue construida por los genoveses y en el Imperio Otomano la usaban como torre de vigilancia

Efectos locos a la foto – caminando por Estambul

Efectos locos a la foto.                                    Caminando por Estambul

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En la tierra de Aristóteles – Atenas, Meteora y Salónica, Grecia

     Querido lector, estás por empezar a leer el post más largo que hayamos hecho hasta el momento. Te invitamos a que si podes te tomes un tecito, cafecito o unos buenos mates (¡como lo extrañamos!!!!) mientras te contamos nuestros días, experiencias y anécdotas en Atenas, Meteora y Salónica, las últimas tres paradas en Grecia.
     En los papeles, en la previa, Atenas era un plato fuerte en nuestro viaje. Centro neurálgico de la historia de la humanidad, esta ciudad nos provocaba cosquillas de solo pensar en todos los años de civilización que lleva encima su tierra, esa invitación a imaginar que Sócrates o Aristóteles pasearon por el mismo suelo que íbamos a caminar. Así es que en un largo viaje unimos Patras con Atenas, intentando en vano quitarle expectativas para paliar la ansiedad a la gran ciudad.
     La capital griega es bipolar. Por un lado tiene su faceta de gran ciudad con su gran centro y su caos comercial, y por otro, como si estuviese separado por una línea imaginaria tiene sus ruinas e historia. Para poder transmitirles lo que es Atenas me parece oportuno utilizar Roma como contrapartida. En la ciudad italiana las ruinas de la antigua ciudad y la “nueva” se entremezclan como si fueran una paleta de colores de un pintor desprolijo, es una pelota de modernidad e historia que en cien metros pasas de un shopping a un monumento milenario. En cambio en Atenas esa mescolanza no existe, la gran ciudad moderna está por un lado y la historia está por otro. Ni mejor ni peor pero distinto. Uno camina por sus calles y puede ver una típica iglesia bizantina pero no mucho más, sin embargo, cuando decidís ir a visitar la ciudad antigua te trasladas a una región donde no hay edificios cerca, ni casas. Hay que abonar la entrada (un solo ticket para las 7 partes de la ciudad antigua a 12 euros, o 6 en nuestro caso por ser estudiantes extranjeros. Si éramos griegos era gratis) y entrar a una región enrejada donde se preservan todas las ruinas que sobrevivieron estos dos mil años. Algunas ruinas llegan a tener dos mil cuatrocientos en realidad.
El antiguo Templo de Hefesto (Dios de la Metalurgia) y Atenea Ergané (Diosa de la cerámica) del siglo VII.

El antiguo Templo de Hefesto (Dios de la Metalurgia) y Atenea Ergané (Diosa de la cerámica) del siglo VII.

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