Si comparamos el itinerario que teníamos antes de salir con el que realmente estamos haciendo se reirían un rato largo. Lo cierto es que cambiamos de ruta dependiendo de nuestras ganas y de lo que vamos aprendiendo (por lo que charlamos con la gente de cada ciudad) con el correr de los días. Después de la experiencia increíble de visitar Salzburgo volvimos sobre nuestros pasos camino a República Checa, evitando pasar por tierras alemanas, que con lo caro que fue Austria queríamos dejar respirar un poco nuestros bolsillos.
Primero lo primero. La vuelta de Linz a Viena la hicimos junto a un venezolano y una egipcia (posta) que viven en Austria, él trabaja y hace cinco años que vive allá mientras que ella estudia violín. Ante nuestra imposibilidad de memorizar su nombre la recordamos como “la egipcia”, una muchacha hiperactiva que hablaba hasta por los codos y no podía creer que Flor fuese latina porque según ella “tiene la piel muy blanca y los ojos claros”. Como nos cuesta un poco mucho relacionarnos con la discriminación y otro poco bastante con quienes reniegan de su tierra natal mientras alaban las maravillas del primer mundo, digamos que tuvimos un día muy largo para llegar a destino. Existe una relación directa para el turista entre Republica Checa y su capital Praga, sin embargo, en esta primer visita a la parte norte de la ex Checolosvaquia decidimos pasar por dos ciudades medievales, con mucha historia pero que no son Praga. Una visita a la Checa invisible para el librito de quince días de vacaciones.
En Brno, que se pronuncia Brun en español pero nosotros le decimos y dijimos Berno todo el tiempo que estuvimos ahí, nos encontramos con una ciudad que si bien no deslumbra tiene un bonito casco histórico con una Catedral muy pituca que se llama “San Pedro y San Pablo”. Como el dúo de músicos argentinos Pedro y Pablo (de Miguel Cantilo y Durietz) jaja así mismo. Por enésima vez en el viaje usamos nuestras credenciales de estudiantes y pudimos subir prácticamente gratis a visitar el interior de la Catedral, y disfrutamos la vista panorámica de la ciudad que se ve en las fotos. Un dato curioso y que nos resultó muy entretenido es que Brno en 1645 estaba siendo asediada por el ejército sueco en la Guerra de los Treinta años, con una gran resistencia de la actual ciudad checa que llevó al general invasor a decirle a sus tropas que si para el mediodía del siguiente día no habían tomado la ciudad se retiraría definitivamente. Al otro día los soldados estaban como locos queriendo entrar y tomar la ciudad, Brno estaba a punto de caer, pero el muchacho del campanario más vivo que todos, hizo sonar las campanas del medio día a las once… y el general sueco retiro las tropas y se fue. Hoy en día siguen sonando las del mediodía a las once, en conmemoración de ese hecho. Moraleja: Un campanero con dos dedos de frente te salva la ciudad jaja cualquiera, la inventé yo la moraleja jaja.
Esta ciudad que es la segunda en importancia del país, cuenta con la misma población que Quilmes (unos cuatrocientos mil habitantes), mucha juventud por su gran Universidad pero no mucho más. Con un día alcanza para recorrerla en realidad. Nosotros nos quedamos uno más de relax (?).
Partimos a Olomouc, otra pequeña “town” en el sur de Checa, donde nos esperaban para alojarnos una pareja que acababa de llegar de sus vacaciones en Estados Unidos. Con Michaela y Christofer aprendimos bocha sobre Checa (¿vieron?, muchas “ch” en pocas palabras jaja), posta, nos invitaron a cenar y a tomar cerveza, que resulta que la del país es de las mejores del mundo, porque nos contaron la historia de la Pilsner de cómo comenzó siendo genial y cuando las grandes empresas la convirtieron en algo industrial, perdió su magia. Por suerte los pequeños comerciantes y los bares locales producen su propia Pilsner, igual a la original. Así que nos dimos un lujito de tomar una cerveza de la hostia, y encima de arriba. Y resulta que Michaela y Christofer son muy viajeros, así que nos estuvieron mostrando sus fotos de cuando estuvieron en México y Estados Unidos, de lo que comieron y tomaron. Obviamente que la invitación para que visiten Sudamérica, y más precisamente Argentina, quedó hecha. Quizás en el futuro nos volvamos a encontrar, quien sabe.
Olomouc es una hermosa ciudad, si alguna vez tienen la suerte de poder viajar por Checa, vayan a esta pequeña joya protegida por UNESCO que casualmente protege lo menos atractivo del lugar: el monumento que se ve en las fotos, que no es feo, pero la ciudad es muy linda más allá de eso. El casco histórico es muy bonito, con calles adoquinadas y una armonía muy particular, mucha paz. El parque botánico es muy grande y está adornado con la muralla medieval que protegía antiguamente la ciudad. Asimismo vale muchísimo la pena ir a visitar en las afueras el bosque, hay una iglesia antigua en una colina y un zoo abierto (que lamentablemente no visitamos porque era tarde), sin contar que se puede caminar por los senderos y mezclarte con la naturaleza, al punto de ver dos ciervitos (como pudimos fotografiar) o una liebre saltarina entre los árboles. Le dedicamos un día entero a caminar por el bosque y visitar esta parte alejada, pero dentro de Olomouc, donde se puede llegar baratito por un colectivo de línea.
En fin, este post es así cortito por dos motivos:
1. Va a tener una segunda parte cuando visitemos Praga, así que dejémoslo en suspenso.
2. No queríamos juntarlo con el post de Polonia porque va a ser largo de por sí, en unos días vamos a contarles sobre nuestra más que interesante visita a Auschwitz y Varsovia.
Ya nos vamos acercando al sur que tanto nos tira en el norte. Gracias por seguirnos hasta acá 🙂
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