Colección de paisajes infinitos – Suiza (parte 1) y Liechtenstein

                    Que Suiza si, que Suiza no, que no vamos a poder subir las montañas, que vamos a agarrar todos los caminos que vayan por abajo, que es uno de los países más caros del mundo, que es súper interesante porque se mantuvo al margen de todas las guerras, que el país tiene 3 idiomas y 3 culturas fuertemente marcadas… Bueno, todas esas idas y vueltas, esos tires y aflojes a favor y contra Suiza decantaron en un tímido sí. Mantuvimos la idea original, la de recorrer la República de los bancos a pesar de que el sur de Alemania nos había castigado un poco con las subidas empinadas en algunos tramos.

Suiza Wallensee

Si vos también dudas en visitar Suiza con esta imagen te podes decidir por el SI 😉

                En el último post les contamos como llegamos hasta Lindau, en el Lago Constanza. Los dos días siguientes a ese fueron bastante graciosos, pedaleamos unos 70 kilómetros en los que tocamos 4 países, y uno de ellos lo atravesamos de punta a punta. Créenos. Igual es lo que vamos a contar en este post, así que además de creernos lo podes leer. Casi la misma distancia es lo que, en mi vida anterior, hacía cada mañana para ir al trabajo.

                Salimos de Alemania extasiados de todo lo que nos dio el país de la gente no-fría, volvimos a pisar suelo austriaco por unos pocos kilómetros (antes lo habíamos hecho en este post). Siempre bordeando el Constanza. El único cambio que percibimos al cruzar la frontera es que los cartelitos de la ruta de bicicleta tenían otro color y tipografía. Claro, y que la gente hablaba austriaco (?). Na, mentira, austriaco es un dialecto del alemán que en esas regiones es lo mismo del lado que estés.

                Después de esa travesía binacional (?) entramos en Suiza que nos recibió con un puente muy lindo y las fronteras totalmente abiertas más allá de que estábamos entrando a un país fuera de la Unión Europea (aunque tienen un trato raro, igual que Noruega, son parte para algunas cosas pero no para otras. Casi como un arreglo conveniente por ser los dos países más ricos de Europa pero nada que ver). Que no hubiese control en el borde nos llamó la atención de buena manera. Las noticias y comentarios sobre los suizos siempre fueron acerca de la rigidez y estrictos que son en todo, por lo que un recibimiento tan liviano era una buena señal. Siempre siempre hay que poner a prueba el prejuicio ajeno para creer y crear la verdad propia.

Merienda en Suiza

Merienda con vista al lago Walensee, tranqui

                Nos costó un poco encontrar la ruta de bicicleta, la número 9, la Ruta de los Lagos. Después de pasar algunas ciudades la enganchamos, por suerte, porque se estaba haciendo de noche y hasta ese entonces todo eran rutas de autos. Las bicisendas son siempre por caminos alternativos y secundarios, mucho más tranquilas. Acampamos libre en un campo. Si leíste el post anterior deberás estar pensando “pero estos pelotudos dijeron que no había que acampar en un campo”. ¡Felicitaciones! Te estábamos poniendo a prueba. También hay que decir que el post lo escribimos después de aquella vez, y que hay veces que se hace de noche y tomamos decisiones apuradas, que no es lo ideal, pero sirve. La carpa quedó del lado de adentro del terreno (sin sembrar, claro) y las bicis del lado de afuera. Lo loco de todo esto fue la mañana siguiente, el nivel de niebla que había era símil a una película de terror, no se veía a tres metros adelante. Quizás cuatro, pero no más. Le saqué una foto al sol porque se lo podía mirar directamente y parecía una pelotita de golf, redondito y opaco en medio de la nada blanca. Empezamos a pedalear en el Limbo, si es que existe algo semejante.

                Para la noche siguiente nos esperaba una pareja de Warmshowers, Marleese y Peter, en Wartau, un pueblo sobre el límite entre Suiza y Liechtenstein. Hasta acá habíamos hecho menos de 40 kilómetros y habíamos pisado 3 países. Al mediodía la niebla se había ido y nos encontraba cruzando otra frontera más, ingresando a nuestro cuarto país que recorreríamos de punta a punta, y por lo tanto, se merece su post aparte…

Liechtenstein: Entre las montañas y el río, el lugar anti-estrés con más canchas de fútbol que habitantes.

Puente que une Liechtestein con Suiza

Puente que une Liechtestein y Suiza

                Este pintoresco principado tiene menos del 10% de la población de mi ciudad natal Quilmes. Sólo 36.000 personas viven en esta pequeña porción de tierra con autonomía internacional enclavado entre Suiza y Austria, y no posee ejercito propio porque su vecino quesero lo “proteje”. El nivel de relax que notamos en la gente de este lado del río era preocupante: estimado/a lector/a, si tiene la posibilidad de irse a vivir a Europa y le gustaría un lugar donde la vida va a dos por hora y el «stress» es una palabra en inglés que no entra en su diccionario, este puede ser su paraíso en el mundo. Cada hogar tiene su huertita, mucho liechtensteiniano (!) paseando (entre las 2 y las 5 de la tarde) día de semana, la misma cantidad de autos que de tractores y cada uno de estos últimos adornados con banderitas nacionales: la mitad de abajo roja tirando a bordó, la mitad de arriba azul donde se ubica la corona, chiquita a la izquierda. No sabemos cuántos argentinos habrán pasado por este minúsculo paraje pero nos enorgullece saber que nuestros nombres aparecen en la imaginaria lista de los pocos que lo visitamos.

                La capital se llama Vaduz pero no es la ciudad más poblada, sino que lo es Schaan, nuestro primer destino. Después de atravesarla rápidamente, anduvimos menos de treinta minutos para llegar a la ciudad del castillo donde vive el Príncipe Juan Adán II , para que imaginen las dimensiones de este país ciudad. La fortificación en las montañas es una maqueta hecha por profesionales, algo digno de tomarse unos mates apreciando su belleza. Claro que se nos hacía un poco tarde y tuvimos que seguir.

Castillo de Liechtestein

La armonía del paisaje es genial. Castillo de Balzers en las rocas.

                Pasamos un par de pobladitos más y llegamos al sur, a Balzers. Veníamos medio perdidos y sin batería en el celu para usar el GPS, así que encaramos a la última casa/granja que encontramos. La familia entera estaba sentada afuera, en la calle y por suerte hablaban inglés. No sabían nada de la dirección donde teníamos que ir pero nos dejaron cargar el teléfono para ver cómo llegar. Ese día había habido un concurso de “vacas”, pero ellos no ganaron el premio mayor. No se los veía ni tristes ni cansados de haber participado en una competición. Todo en Liechtenstein es como si no fuese de verdad, pero lo es. A veces nos sigue costando creer que existen vidas con un ritmo tan pero tan distinto al de Buenos Aires.

                Como dato de color, conté 3 estadios de fútbol “profesionales” y otras 6 canchas, muy prolijitas con su pastito cortado. No sé de dónde sacarán tantos jugadores considerando la cantidad de habitantes que son, pero que les gusta el fútbol, seguro. Respetando la extensión de sus dimensiones como país, este post termina aquí. Chin chin (?)

Volvemos a Suiza…

                Marleese y Peter nos recibieron bárbaro, con una cena genial. Charlamos largo y con sorpresa. Tenían una visión del mundo muy distinta a lo que nos habían predicho de los suizos, una mentalidad muy abierta y comprensiva para con los temas sociales. Aunque ellos mismos se percataron de advertirnos que la mitad del país no lo era, inclusive amigos suyos. Repartiendo palos para algunos de sus compatriotas más adinerados Marleese tiró “se sienten orgullosos de haber sido siempre neutrales”. Claro, no tomar postura política muchas veces es conveniente económicamente, pero también quiere decir que no tuviste una posición en contra del nazismo (siendo frontera) o de la avanzada del Stalinismo.

                El día siguiente el sol nos acompañó todo el día mientras bordeábamos el Walensee, un lago entre montañas de aguas más que transparentes (más, si :P) con el particular detalle de los pueblos colgados desde las alturas rocosas. Una maravilla a la vista combinar las casas de techos de tejas a dos aguas en medio de los Alpes con el lago abajo. Y como si esa jornada estuviese destinada a quedar grabada en nuestra memoria, al final, del lago y del día, encontramos un lugar idílico para acampar en su costa. La vista desde adentro de la carpa daba al agua y a un pueblo en las alturas.

En esa montaña, a la izquierda, un pueblo cuelga en las alturas. Fantástico

En esa montaña, a la izquierda, un pueblo cuelga en las alturas. Fantástico

                A partir de aquí nos desviábamos de la Ruta de los Lagos, porque queríamos conocer Zurich. Fuimos hasta una ciudad muy bonita, Rapperswil donde aprovechamos el buen clima para tomarnos unos mates con vista a los botecitos y vender algunas postales/calendarios que hicimos para sustentarnos esta parte del viaje (que venimos sin un mangoooo jaja). En medio de todo esto, una chilena nos vio y se nos puso a hablar. Resulta que Paola, casada con un suizo, vivía a solo 20 kilómetros de ahí y nos invitó a cenar y dormir en su casa. Genial, teníamos donde quedarnos antes de Zúrich y además ¡íbamos a poder conversar en español! Otra rica comida, otra conversación interesante ¿sabían que Suiza tiene cinco semanas de vacaciones, como mínimo? Igual que Alemania, Dinamarca, Francia, Suecia y Finlandia (entre varios otros); y una más que Inglaterra y Holanda (entre muchos más Estados con un mes entero de vacaciones). En Argentina nos seguimos quejando de que ponen feriados. Quejémonos de que no tenemos suficientes vacaciones para usar nuestro tiempo de descanso como queremos, gente.

Raperswill

Raperswill

                Zúrich es una ciudad idílica. Todo es perfecto. Una localidad grande junto al lago Zurichsee, donde los locales son gente de oficina pero que los fines de semana se van a hacer senderismo, ski o ciclismo a las montañas. Un nivel económico altísimo se respira en los negocios, en las calles. Todo funciona como si fuese un reloj suizo, justamente, con exactitud, elegancia y prestancia. Nos hospedó Stijn (¡Holaaaaaa Stijn!!!! Dijo que nos iba a leer jaja y maneja un muy buen español), belga mudado a Suiza por trabajo que con unas pocas horas de anticipación nos dio techo. Un genio, en ambos sentidos, social e intelectual. Una persona que compite en olimpiadas de matemática tiene que ser un genio.

                Tuvimos la suerte de que el día que recorrimos la capital económica de Suiza (la capital real es Berna, próximo post) el museo de arte era gratis. Increíble. Vimos obras de Van Gogh, Monet y Manet, todas originales. Fue el museo más importante que visitamos hasta acá. A pesar de las 3 horas que pasamos caminándolo, nos dio tiempo de visitar el resto de la ciudad.

museo de zurich

En el museo de arte de Zurich

                Después de dos noches nos fuimos para Zug, para retomar la ruta 9, o al menos esa era la idea. Como Suiza es bastante pequeña las distancias son cortas, en general. Llegamos al bonito lago de Zug para el atardecer pero nos encontramos, de nuevo, con un patrón general del país: todas las costas son privadas, hay casas. Nada de acampe en los lagos, sin embargo, los ríos y afluentes sí lo son porque tienen zona de “pic nic” con pastito cortado. Pero el tema es que se nos hacía de noche, nuevamente, y estábamos atrapados entre viviendas. Terminamos encontrando un sendero de caminata dentro de un bosque, y en él, un recreo para niños en un claro (suponemos que para boy scouts o algo así). Acampamos ahí, estuvo genial. A la mañana siguiente otro ciclista se nos acercó para decirnos que él llegó después que nosotros pero como el lugar estaba ocupado tuvo que buscar otro jaja todos acampando dentro del bosquecito.

                Finalmente, para darle un cierre a este post, llegamos a Lucerna. Nos hospedó Nick, un pibe que estudia y trabaja, y tiene 28 años. No tienen idea lo raro que es eso en Suiza. ESTUDIA Y TRABAJA, las dos cosas. Sinceramente, es el único caso que conocimos (entre Dinamarca, Alemania y Suiza). Este muchacho entró en nuestro top 10 de tooooodos los anfitriones que tuvimos, súper relax y buenísima onda. La ciudad la rompe, por donde se la mire. Tiene una muralla con siete torres medievales, un león tallado en una roca montañosa, un puente hecho de madera decorado con flores que cruza el río que alimenta el lago, agua por todos lados, calles de piedras, arquitectura antigua. Lucerna es, de las ciudades grandes, la más recomendable para visitar.

lucerna

Kapellbrucke, el puente de Lucerna, medieval como toda la ciudad. Las flores le dan el toque elegante suizo.

                Después de dos noches en lo de Nick, volvemos a pedalear, con un poco de temor porque se nos viene el Brunning Pass, el paso de montaña más alto que vamos a hacer en todo el viaje. Pero esa historia, y lo que nos queda de Suiza, para el próximo post (y las fotos van a seguir siendo así de buenas… de verdad verdadera).

Muchas pero muchas gracias por leernos, y disculpen si el post fue a los saltos, pero es difícil comprimir tantas emociones y días en pocas líneas.

La bandera flamea en Lucerna

La bandera flamea en Lucerna

5 pensamientos en “Colección de paisajes infinitos – Suiza (parte 1) y Liechtenstein

  1. Holàààààà chicos! Cierto que regularmente abro esto blog para mirar que escriven sobre mi y Zürich :). Finalmente esta publicado! Muy divertido para leer, gracias. Jejejejeje. Unas pequeñas correcciones. El pueblo en Liechtenstein con castillo se llama Balzers, no Bregenz (cual es en Austria). El río en Luzern (Reuss) no alimenta el lago pero el lago alimenta el río. Y mi nombre se escribe Stijn… Que disfrutan todas las viajes e pedaleen con cuidado :).
    Stijn

    • Hola!!!!
      Tienes razón, era Blazers! este es el problema de escribir desde la carpa y con tantos días de atraso jeje uno a veces confunde los pequeños pueblos que empiezan con la misma letra 😛
      Y perdón por escribir mal tu nombre!! no teníamos como chequear que fuese el correcto y confiamos en nuestra memoria. Claramente, no es muy buena jaja
      Saludos, esperamos que estés bien!!

  2. Zurich es hermosa y perfecta! Estuve allá en 2010 y casi me quedo. Me costó tener que ir al aeropuerto. También me gustaría tener esas 5 semanas seguidas, jaja. Qué bueno que les gustó y tuvieron suerte en el camino. Sigan así.
    Hasta enero los leo desde Buenos Aires. Saludos!

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