La gente del Campo, Polonia – Varsovia, parte 2

Nos fuimos de Cracovia con el orgullo de haber aprendido un poco de historia y otro tanto de humanismo. En Varsovia nos esperaba Sebastian, un tocayo que nos advirtió que vivía en las afueras de la capital, cerca del bosque. Pero no avancemos tan rápido, en el post anterior no tuvimos lugar para hacer una salvedad que en Polonia nos llamó más que la atención: la gente es altamente amable, más que en cualquier otro país que hayamos visitado antes. Nos vieron por la calle caminando con cara de perdidos y entonces tres personas sacaron sus teléfonos celulares para ayudarnos y decirnos con qué medio de transporte nos convenía movernos. Otra, en la parada del bondi no teníamos monedas para sacar los boletos (acabábamos de llegar y no habíamos cambiado), y se acercó un flaco muy buena onda y nos pagó los boletos, rechazando nuestro intento de darle un billete a cambio. Hay más, estando en Auschwitz habíamos pegado onda con un profesor español que estaba en Polonia para un congreso, y los 40 kilómetros de vuelta para Cracovia se volvía con una pareja de polacos… nos tiraron a nosotros también. Inclusive nos hicieron un puerta a puerta. Así se repitieron constantemente situaciones de amabilidad y apertura de parte de los polacos. Puntazo a favor.

Iglesia reconstruida en Varsovia. El autito le da un toque genial a la escena

Iglesia reconstruida en Varsovia. El autito le da un toque genial a la escena

     Polonia fue uno de los países que más analizamos, que nos llamaron la atención tantas cosas de la gente que no pudimos contener el insano vicio de hacer conjeturas sobre el porqué de sus posturas, cultura y formas. Pensémoslo así: cuando nos lastimamos nuestros cuerpos, se nos hacen cascaritas que a modo de alarma funcionan como un recordatorio de “cuidado boludo, no te vuelvas a golpear acá”. Polonia tiene muchas cascaritas, algunas muy evidentes y difíciles de sobrellevar, con escasas respuestas hasta por su propio pueblo. Pero vamos a ir intentando explicar todos estos detalles (y no tan detalles) que vimos mientras les contamos nuestros días ahí…

Mural en conmemoración a la cientifica genetica Maria Curie. Ni sabíamos quien era hasta que Sebastian nos contó, y resulta que vivía ahí..

Mural en conmemoración a la cientifica genetica Maria Curie. Ni sabíamos quien era hasta que Sebastian nos contó, y resulta que vivía ahí..

     Llegamos a lo de Sebastian que estaba viviendo temporalmente en lo de los padres, en un caserón pegado al bosque. Su departamento, cerca de la “city” lo estaba alquilando para costearse su próximo viaje. Él estaba más que contento por su inminente viajecito por Asia. Su itinerario consiste en recorrer Indonesia, Japón, Corea (hoy en día se encuentra ahí jaja), Tailandia y China, y desde el país del arroz ir todo por tierra hasta Polonia pasando por Kazajstán y Rusia. Una locura linda. Algo con lo que nos sentimos familiarizados, sobre todo con  esa sensación (la de estar previos a viajar) que vimos reflejada en él tal cual se nos removían las ganas en nuestras panzas las dos semanas previas a partir. Esa cuenta regresiva que hace que los días parezcan eternos. Creo que le caímos como anillo al dedo para cortarle con tanta ansiedad para que la espera se le pase más rápido.

Seba en la "entrada" a la Old Town. Todos los edificios que se ven en la foto fueron destruidos en la Segunda Guerra.

Seba en la «entrada» a la Old Town. Todos los edificios que se ven en la foto fueron destruidos en la Segunda Guerra.

Esta foto la saco Flor... NAAA MENTIRITA! la sacamos de internet para que vean y comparen con la foto de arriba. La columna que se ve destruida en el suelo, es la que se ve atrás de Seba, a la izquierda. Y como se ve, el Palacio ni  aparece acá.

Esta foto la saco Flor… NAAA MENTIRITA! la sacamos de internet para que vean y comparen con la foto de arriba. La columna que se ve destruida en el suelo, es la que se ve atrás de Seba, a la izquierda. Y como se ve, el Palacio ni aparece acá.

     Desde que llegamos Sebastián nos llevó a conocer Varsovia, nos dio tips y nos contó bastante de la historia del lugar. Si bien es una capital como muchas otras, preparada para el turismo y con peatonales comerciales, tiene tanta historia en sus ladrillos que uno se maravilla con la posibilidad de poder escuchar a Chopin en los bancos de plaza (de verdad, te sentás, apretás un botoncito y se escucha distintas obras depende en que parte de la ciudad estés) y caminando entre los montones de edificios reconstruidos a cero, luego de haber sido derribados en la ocupación soviética. Y acá tocamos uno de los puntos que nos llamó más la atención de los polacos: odian a Rusia. Si tuviste la suerte (?) de leer nuestro post anterior o de estudiar algo de la segunda guerra mundial, el gigante soviético “liberó” a Polonia de la Alemania nazi, por lo que cualquiera podría suponer que les estarían agradecidos o algo así. Sin embargo es todo lo contrario, Stalin fue un dictador que se equivocó en mucho, pero sobre todo con Polonia, destruyendo básicamente todo el país. Nuestra sensación es que sufre el síndrome de el/la novia/o traicionado/a. De que esperaba mucho de Rusia y de ser parte del bloque soviético pero terminó ampliamente perjudicada y decepcionada. Hoy en día se puede observar una exagerada tendencia de alabar y adorar todo lo que se relacione con el capitalismo y el consumismo en general. Hay orgullo en la gente al mostrar que en sus calles hay Starbucks, KFC o Mc Donalds. También apoyan (al menos con los que hablamos…) que ciertos edificios que hoy son de utilidad estatal (como por ejemplo, la hermosa escuela de bellas artes) sean “devueltos” a sus antiguos dueños, hombres millonarios que “sufrieron” expropiaciones en su momento. Lo que para nosotros era un atropello a los estudiantes de artes por quitarles su edificio de estudios, a ellos les preocupaba que el inmueble sea puesto en propiedad de a quién corresponde, diciendo que los alumnos ya encontraran otro lugar donde estudiar. Otro dato curioso es que donde estaba el centro del partido comunista ahora pusieron a funcionar la Bolsa de Comercio. Un guiño simbólico del pensamiento nacional. Nos contaron una historia muy interesante que refleja un poco todo esto: cuando Varsovia quedó totalmente destruida, los gobernantes habían decidido dejar los escombros a modo de “monumento”. Sin embargo, fueron los mismísimos vecinos quienes decidieron retornar al lugar para, de entre las ruinas, rearmar sus casas. Al ver esto, los gobernantes volvieron atrás en su decisión y decidieron “institucionalizar” la reconstrucción, porque si lo hacían los vecinos sin el apoyo del Estado se podía considerar un acto “comunitario o comunista” y no era considerado “una práctica capitalista”. Así que fue el Estado finalmente el que llevó a cabo toda la reconstrucción. De nuestras charlas y recolección de historias en Cracovia y Varsovia creamos las opiniones que escribimos más arriba, parte del aprendizaje que vamos teniendo diariamente. De ninguna manera podemos hacer un juicio de valor sobre las posturas que toma un pueblo tan duramente golpeado por la historia y tan manoseado por distintas potencias. No es nuestra intención. Una de las charlas «educativas»(para nosotros, obvio jaja fue en la segunda noche que nos quedamos de Sebastian, que como en la casa de él también se quedaba a dormir un grupo de 5 chicos y chicas de una ciudad cercana (porque iban a ir a un recital), se dio una de esas conversaciones grupales donde nosotros somos el epicentro durante un par de horas, hasta que dejamos de ser novedad y todos vuelven a hablar polaco. Ahí nos vamos a dormir porque no cazamos una jaja.

El Palacio Real. Lo que está marcado con el círculo rojo es para que se vean esos ladrillos de otro color, que es la única parte que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Todo el resto había sido destruido y fue reconstruido con  los escombros de la construcción anterior.

El Palacio Real. Lo que está marcado con el círculo rojo es para que se vean esos ladrillos de otro color, que es la única parte que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial. Todo el resto había sido destruido y fue reconstruido con los escombros de la construcción anterior.

La Old Town más de cera. El Palacio Real, la estatua del Rey Zygmunt y los antiguos edificios de distintos colores. Estos últimos también fueron totalmente reconstruidos, no quedaba nada naditas.

La Old Town más de cera. El Palacio Real, la estatua del Rey Zygmunt y los antiguos edificios de distintos colores. Estos últimos también fueron totalmente reconstruidos, no quedaba nada naditas.

     Varsovia fue totalmente destruida, en la ciudad hay varias columnas donde se pueden ver fotos de la época, de cómo había quedado todo. O nada, no sobrevivieron casi edificaciones. Gran parte de ellos fueron reconstruidos con los escombros de los originales y siempre intentando mantener el diseño anterior, lo que le da un valor simbólico muy grande. A nosotros nos tomó un día entero de caminata poder recorrer bien todo, incluyendo una merienda flaca de comida pero llena de sonrisas en frente a la estatua de Galileo. En resumidísimas cuentas, esta capital se destaca por dos factores fundamentales: el peso de su historia y el parque Lazienki. Cuando más o menos tenes idea de la historia de los edificios que estás viendo (y más todavía si pegas la suerte de tener un “guía local”, como lo fue Sebastian), las construcciones se transforman en algo más importante. Y con respecto al Parque, es único entre todas las capitales que visitamos. Si bien podríamos compararla con la Isla Margarita de Budapest, Varsovia tiene mucha más calidez y realmente disfrutamos de este parque de 80 hectáreas que funciona como pulmón dentro del caos capitaloso. Además tuvimos la suerte de que, como dijimos antes, nuestro anfitrión polaco estuviese viviendo cerca de un bosque (a 15 minutos del “microcentro”) lo que nos permitió tomarnos una tarde para pasear perdiéndonos entre los árboles. Un dato curioso: Polonia significa “la gente del campo”, y eso es altamente apreciable en Varsovia, es llana y rodeada de verde.

Desde adentro del Palacio Real.

Desde adentro del Palacio Real.

Paseando por la Old Town

Paseando por la Old Town

     En Polonia tomamos la decisión de volver a cambiar los planes con respecto a nuestro itinerario: vamos a Tallin, capital de Estonia, donde nos tomaremos uno de esos vuelos súper baratitos (más tobara que el bondi, posta) que nos lleve a Oslo, y de ahí bajar a Dinamarca. Copenhague nos espera para cargar combustible en nuestra billetera, o esa es la idea al menos. Para llegar a Tallín tenemos que pasar por los países Bálticos, esos 3 que nos hacen aprender de memoria en la escuela, en la clase de geografía: Lituania, Letonia y Estonia; de abajo para arriba sin repetir y sin soplar. Nos despedimos de Sebastian deseándole mucha suerte en su viaje por Asia y cruzamos contactos para tener idea de por dónde anda. En Lituania ya nos esperaba Virginija, nuestra anfitriona en Vilnius y primera parada en los Bálticos, que nos esperan con la magia que provoca que no sepamos un “cazzo” (?) de donde estamos yendo ni con que nos podemos encontrar.

Cerramos con esta muy linda foto. En la mano, una postal con el antes y después de la destrucción. De fondo el mismisimo lugar que se ve en la postal...

Cerramos con esta muy linda foto. En la mano, una postal con el antes y después de la destrucción. De fondo el mismísimo lugar que se ve en la postal…

Gracias por leernos nuevamente!! Era necesario cortar el post de Polonia en 2 porque era mucha información. Ya estamos poniéndonos las pilas para que no pase tanto tiempo en subir el de los Bálticos… que tenemos unas historias muy divertidas para contar 😛

3 pensamientos en “La gente del Campo, Polonia – Varsovia, parte 2

  1. Hola, muy interesante y con muchas ganas de conocer Polonia. Hay muchas cosas que no sabía, por ejemplo que los polacos estén a favor de las devoluciones de antiguos edificios, creo -a simple vista y sin profundizar demasiado- que puede tratarse de «movimientos pendulares» (una especie de rechazo inmediato hacia lo viejo, suele suceder cada vez que un sistema cambia, «todo lo nuevo es genial» versus «todo lo anterior era malo»), aunque también se necesita saber mucho de historia y de movimientos sociales para terminar de comprender lo que está sucediendo (materia que a mí me falta). Nunca estuve en Polonia, pero por cuestiones de la vida, conozco mucha gente de allá, y de más está mencionar su relación con los rusos. Tampoco conozco Latvia «personalmente», pero si a través de su gente (también conozco una chica de allá) y lo que me cuenta del comunismo no es muy favorable (por supuesto que siempre hay que tener en cuenta que las opiniones y las trayectorias personales suelen ser diferentes). Pero bueno, les repito, muy interesante, sigan por el norte y disfruten mucho!. Bueno, me pierdo con las fechas, no sé donde están, pero una vez casi voy a Latvia y mi amiga me recomendó ver ballet y ópera (dicen que son muy buenos y relativamente baratos). Saludos!

    • Hola Fernanda! Gracias por leernos y por el comentario. Muy pero muy probablemente la razón sea ese movimiento pendular del que hablas, que tienen prácticamente todas las sociedades.
      Con respecto a Latvia y los países bálticos, nosotros vimos una mayor objetividad con respecto a su posición con respecto a su historia y presente, inclusive (para sorpresa nuestra) distinguiendo las diferencias entre Lenin y Stalin, por ejemplo, cosa que en Polonia no vimos ni escuchamos (que igualmente nosotros no somos parámetro general, sino nuestra experiencia personal).
      En fin, toda la región tiene una historia muy dura y es normal el rechazo a quien lo conquistó. Lógico y duro.

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